
Dirigida por Jacob Chase, Ven a jugar (Come Play) es un thriller de terror que adapta un cortometraje del mismo director titulado Larry. La historia sigue a Oliver (Azhy Robertson), un niño con autismo no verbal que utiliza su tablet y su celular para comunicarse con el mundo. Un día, encuentra un misterioso cuento digital sobre una criatura llamada Larry, que asegura estar sola y desear tener un amigo.
Lo que parece ser una historia infantil se convierte en una pesadilla cuando Larry empieza a manifestarse a través de los dispositivos electrónicos. Oliver y sus padres pronto descubren que la criatura no solo es real, sino que pretende llevarse al niño a su propio mundo. La familia deberá unirse para enfrentar a esta presencia que utiliza la tecnología como puerta de entrada.
Azhy Robertson ofrece una actuación sensible y auténtica como Oliver, transmitiendo vulnerabilidad y valentía. Gillian Jacobs interpreta a Sarah, la madre dispuesta a todo por proteger a su hijo, mientras que John Gallagher Jr. encarna al padre en conflicto. El elenco refuerza el lado humano de la historia, equilibrando el terror con la emoción.
La película destaca por su enfoque en el miedo moderno: el uso de pantallas, tablets y celulares como portales para el mal. La atmósfera está cargada de tensión con escenarios oscuros, pasillos vacíos y apariciones inquietantes que juegan con la imaginación y la sugestión del espectador. El diseño de Larry, largo y delgado, aporta un aire perturbador y memorable.
El diseño sonoro juega un papel clave en la experiencia: ruidos electrónicos, estática y distorsiones acompañan la aparición de Larry, generando un ambiente de constante incomodidad. El silencio también se usa de forma estratégica para aumentar la tensión antes de los sustos.
Ven a jugar no solo es una película de terror sobrenatural, también es una metáfora sobre la soledad, la necesidad de conexión y la dificultad de comunicarse en un mundo digital. Con un final inquietante y emotivo, se ha convertido en una propuesta destacada dentro del cine de terror contemporáneo, especialmente por su original manera de vincular la tecnología con lo sobrenatural.