
Dirigida por Rhys Frake-Waterfield, Winnie the Pooh: miel y sangre (Winnie the Pooh: Blood and Honey) transforma al tierno personaje infantil en el protagonista de una historia de terror y venganza. Aprovechando que los derechos de la obra original de A. A. Milne pasaron al dominio público, el filme reimagina el cuento clásico como un slasher sangriento en el que la inocencia se convierte en horror.
La trama comienza cuando Christopher Robin regresa años después al Bosque de los Cien Acres para reencontrarse con sus viejos amigos, Winnie y Piglet. Sin embargo, la ausencia prolongada de su compañero humano los ha llevado al hambre, la locura y la violencia. Ahora, convertidos en criaturas salvajes, desatan una ola de brutalidad contra todo aquel que ose entrar en su territorio. Lo que alguna vez fue un lugar mágico, se convierte en un campo de caza.
El elenco está encabezado por Craig David Dowsett como Winnie y Chris Cordell como Piglet, quienes interpretan versiones grotescas y perturbadoras de los personajes clásicos. Nikolai Leon da vida a Christopher Robin, atrapado en una pesadilla que él mismo ayudó a crear. Las actuaciones cumplen dentro del tono del género, apostando más por la presencia física y el impacto visual que por la profundidad dramática.
El filme abraza sin vergüenza su espíritu de serie B: asesinatos exagerados, litros de sangre falsa y una atmósfera de pesadilla rural. La puesta en escena es sencilla, pero efectiva para los amantes del terror crudo. Las máscaras artesanales y la iluminación sombría refuerzan la sensación de pesadilla, mientras la música inquietante acompaña cada ataque con tensión constante.
Rhys Frake-Waterfield no busca sutileza ni nostalgia, sino provocar con un concepto tan absurdo como audaz. Winnie the Pooh: miel y sangre se convierte en una parodia macabra del cine de terror contemporáneo, utilizando un ícono infantil para explorar el contraste entre la dulzura del recuerdo y la brutalidad del presente. Su ejecución puede ser irregular, pero su idea no pasa desapercibida.
La película generó polémica por su reinterpretación de un personaje entrañable, pero también atrajo la atención por su enfoque irreverente. Para algunos, es una ofensa al legado de la infancia; para otros, una muestra de creatividad desatada. Sea como sea, logra lo que pretende: impactar, incomodar y sorprender.
Winnie the Pooh: miel y sangre (2023) es un experimento grotesco y curioso dentro del cine de terror independiente. No es una película para todos, pero sí para quienes disfrutan del slasher extremo, la ironía y el morbo cinematográfico. Una versión oscura y sangrienta del bosque que una vez fue hogar de la amistad y la miel.