
Dirigida nuevamente por Ben Stiller, Zoolander 2 se estrenó en 2016 como la esperada secuela de la icónica comedia de 2001. Reuniendo al elenco original y sumando un sinfín de cameos de celebridades, la película intenta revivir la sátira del mundo de la moda en una nueva era digital… aunque con resultados divisivos.
La historia arranca años después de los eventos de la primera película. Derek Zoolander (Ben Stiller) y Hansel (Owen Wilson) han desaparecido de la escena pública tras una tragedia personal y una serie de fracasos. Sin embargo, son convocados de nuevo a las pasarelas por una misteriosa diseñadora para participar en un desfile en Roma. Lo que parece un regreso triunfal se convierte en una conspiración internacional que involucra a celebridades asesinadas, profecías secretas y el regreso del excéntrico Mugatu (Will Ferrell).
Ben Stiller y Owen Wilson retoman con energía sus papeles como Zoolander y Hansel, manteniendo la química absurda que los hizo tan queridos. Will Ferrell vuelve a brillar como Mugatu, exagerando aún más su villanía caricaturesca. Se suma Penélope Cruz como Valentina, una agente de Interpol Fashion Division que aporta dinamismo y glamour. Además, la película está repleta de cameos de figuras como Justin Bieber, Benedict Cumberbatch, Anna Wintour y muchas más, que refuerzan el tono autoparódico.
La estética se mantiene fiel al espíritu de la primera entrega: colorida, exagerada y completamente fuera de la realidad. La ambientación en Roma añade un toque elegante y absurdo al mismo tiempo, mientras que los vestuarios y desfiles satirizan las nuevas tendencias de la moda y la obsesión con las redes sociales. Sin embargo, el humor visual se intensifica, priorizando gags más grandes y menos sutiles que en la original.
La banda sonora combina música pop moderna con guiños a los éxitos de la primera película. Canciones y pistas electrónicas acompañan las secuencias de pasarela y acción, manteniendo el tono extravagante y autoparódico. El ritmo es ágil y busca constantemente generar carcajadas mediante la exageración y lo absurdo.
Zoolander 2 (2016) apuesta por la nostalgia y el exceso, reuniendo a sus personajes más queridos y multiplicando el espectáculo cómico. Aunque no alcanzó el impacto ni la chispa original de la primera entrega, ofrece momentos divertidos y cameos memorables para los fanáticos. Una secuela que, sin tomarse en serio, celebra el absurdo de su propio universo con total descaro.